lunes, 12 de noviembre de 2012

Toñy Castillo, la voz del Aula Hospitalaria

¿Qué es la ternura?
Pues es una manera de sentir, una manera de ser y una manera de compartir.
La ternura, forma parte de este conjunto de palabras que no se pueden definir, puesto que no hay parámetros que enmarquen los sentimientos, es el lenguaje, por el cual, somos capaces de expresar todo aquello que llevamos dentro.
- ¿Quien no ha cogido una mano y sin hablar ha dicho: Te quiero?
- ¿Quien no a dado un beso a una mejilla deseando un regreso?
- ¿Quien no se ha emocionado al mirar a su hijo mientras dormía?
- ¿O ha pasado horas con un amigo en silencio?
- ¿Quien no ha acariciado dejando unir momentos?
La ternura, forma parte de este conjunto de matices que componen el ser humano, pero no es, una parte aislada, no se entendería sin asociarla a la capacidad de amar, se es tierno o tierna cuando somos capaces de salir de nuestro "yo" para convertirnos en "nosotros", pero estamos… en un mundo de prisas, prisas… hasta para manifestar afecto, acompañamiento. Parece, incluso, que andamos tan deprisa que el querer a los otros y el hacerlos partícipes de nuestro sentir, está fuera de lugar.
Pero....
- ¿A quien no le gusta ser escuchado en silencio?
- ¿A quien no le gusta ser besado cuando está triste?
- ¿Cuesta tanto decir a alguien: "Si me necesitas, estoy aquí”?
- ¿Quien no necesita una mano?
Desde estas líneas, me gustaría invitar al egoísmo a abandonar los corazones solitarios y reemplazar su vacío con ternuras que vuelen a manos que no sean las nuestras, a problemáticas que sufren otros, desde estas, líneas os invito, con gran osadía, a dejar que este afecto enjaulado y contenido, llegue a su destino.

¿Nos interrogamos si aquello que pensamos o deseamos sería lo correcto?
¿Cuántas veces nos preguntamos si actuamos correctamente?
¿Cuántas... nos quedamos parados, viendo como pasa el tiempo sin hacer nada por miedo a equivocarnos?
Muchas veces… el mismo miedo nos deja inmóviles ante situaciones en las que si habláramos con nosotros mismos, nos ayudaría a dirigir actuaciones hacia una finalidad concreta y más efectiva, sin dejar de lado nuestras ideas, nuestras ilusiones y nuestras carencias.
Dicen que hay muchas maneras de crecer. Quizás la más evidente es la que resulta de enfrentar, no sin conflictos, a nuestro día a día, para acercarnos a nuestra cotidianidad.
Es muy posible, que el hecho de crecer nos haga ser más prudentes, a pesar… de que la prudencia, no es contraria al deshacer caminos para reflexionar y avanzar.
Hay la creencia de que en esta vida tenemos que evitar los errores, tenemos que protegernos de ellos e intentar no equivocarnos, pero, parto de la base de que sólo, cuando una persona se da cuenta de la necesidad de cambios, está en disposición de afrontar nuevos retos.
En nuestro camino, desde el nacimiento, vamos modificando roles dependiendo de situaciones y momentos. Los conflictos del vivir están adheridos en el ser humano formando parte de sus sistemas y mecanismos y esto, nos enfrenta a esta necesaria evolución que nos permitirá seguir creciendo con la ayuda del tiempo y, con los compromisos que de él se deriven.
Me gustaría acabar diciendo que la imperfección nos hace humanos. Cuando, después de una equivocación, nos miramos al espejo y observamos dentro de nuestro reflejo aquello que conscientemente hemos sabido modificar.

Egoísmo es andar en la dirección hacia el camino de nuestro espejo
Estamos andando hacia un exceso de ego, donde conductas egocéntricas parecen ser la tónica de la cotidianidad, de la lógica de nuestros días. Es fácil… observar situaciones, donde no tiene importancia todo el que no comporte beneficios propios, es más, me atrevería a asegurar que en múltiples ocasiones, lo que realmente cuenta, es todo aquello que podemos rodear con nuestros brazos, dando por excluidas vidas ajenas a pocos metros de distancia.
La vida no es un pasar en solitario, la vida, es un cúmulo de situaciones y de personas que forman parte de nuestros pasos, no podemos olvidar que, nuestros actos, nuestras decisiones, tomadas como única vía a seguir, pueden implicar desaliento, tristezas e incluso dolor en otras personas.
El triunfo de nuestros valores se tiene que iniciar por el triunfo de abrir ventanas a aquellas personas que pasan por las calles y sacan la cabeza con la intención de saludar, a aquellas personas que, quizás tienen algo a decir, a aquellas aportaciones que, seguramente, pueden enriquecer nuestras maneras de pensar y reflexionar.
Quizás, no siempre nuestras decisiones sean las correctas, quizás, nuestros principios básicos no sean dogmas, quizás, sería más ecuánime, analizar situaciones y compartir compromisos.
Pero, afortunadamente, si algo nos tiene que hacer personas, es justamente, el salir de nosotros y permitir que nuestros hechos sean una manera de demostrar que ante los espejos hay seres que hablan, sienten, lloran.
Entonces, veremos caminos donde estarán todas y cada una de las voces que hemos sido capaces de escuchar. Si hacemos esto, seguramente, al separar los brazos, sentiremos que una mano amiga nos coge y el final del camino, se convertirá en una puerta abierta a un futuro mejor.

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